MUNDIAL
España 64 - EEUU 77
El desafío para la selección era de esos que se antojan utópicos,
pero sólo estar presente en estos cielos, sólo poder disfrutar de la
cita, era ya un triunfo, el mayor de la historia del baloncesto femenino
nacional.
«Si quieren el partido, que vengan a por él», había desafiado el
entrenador, consciente de los 10 precedentes (todo derrotas desde que se
vieran por primera vez en los Juegos de Barcelona), pero también del
amor propio de sus jugadoras, que no se dejaron intimidar, que no
acudieron como comparsa, que pospusieron la fiesta a después del
bocinazo final.
Un triple de Silvia Domínguez arrimó a la selección (13-20), pero a
continuación se le vino otra tormenta con un parcial de 0-15 que enterró
el choque prematuramente (17-39). EEUU era un ciclón, con un acierto
brutal. Sancho Lyttle, cargada de faltas, hacía lo que podía -aunque
acabaría con números espectaculares-, pero a la que de verdad se echaba
de menos era a Alba Torrens, inédita al descanso (29-48).
No era una rendición, porque estas jugadoras han dejado demasiadas
muestras de su arrojo -de hecho, volvieron de vestuarios con una presión
a toda cancha-, era simplemente claudicar ante los talentos físicos y
técnicos del Dream Team, un grupo de superdotadas.
Al fin en el tercer acto despertó Alba para seguir remando hasta la
orilla, pese a la falta de aliento de un torneo frenético. No rozaron la
machada, pero cayeron con la cabeza alta, con un conmovedor respeto por
su oficio hasta el último segundo, con una actitud ejemplar, ganando el
parcial de la segunda parte (35-29) y maquillando el resultado, la
enésima lección de estas chicas que no son casualidad -campeonas de
Europa el pasado verano- y que amenazan con seguir protagonizando el
futuro (las medallas en las categorías inferiores así lo auguran).
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